“Hace meses que me hago una pregunta casi a diario, de manera repetitiva y que tiene que ver con el mundo en que vivimos: ¿Nos tomamos el tiempo suficiente para reflexionar, para echar un vistazo a nuestro alrededor? Yo creo que no. Si lo hiciéramos nos daríamos cuenta de que hablar mal de los demás, hacer daño, robar o por ser un poco más sutil, tomar prestado lo que no es tuyo sin permiso, prevaricar, desear el puesto de trabajo de un amigo o un compañero son ahora pecados tan comunes y pasan tan desapercibidos que, en breve, hacer el bien pasará a estar mal visto.”
Por Patricia Conde.
Caminas por la calle. Si eres joven con cascos, escuchando música a todo volumen haciendo caso omiso a tu alrededor, a paso ligero, con prisas, la hora en la pantalla del móvil. Una madre con sus hijos, de uniforme. Hora punta. Claro, ¿qué esperaba? Un banco de madera, orientado al puente, una pareja anciana mira al frente, él parece aburrido pero su señora lo ignora mientras piensa en quién sabe qué asuntos que le rondan por la cabeza.
Situaciones como estas, vistas desde la parada del autobús. ¿Solo desde ahí? Sí. Tal vez. El único instante de reflexión sobre tus iguales. Derecha. Izquierda. Semáforos. Tu mirada busca el autobús. Es inútil, aún no debe venir. Tienes suerte, la vida te da una oportunidad para que pienses en los demás, en ti, en lo que quieras, pero en pause.
Y en ese momento, cuando por cabezonería unos segundos después sigues empeñándote en buscar entre el tráfico, las ves. Mil historias distintas, mil guiones sin fecha de caducidad. Esa señora cargada con bolsas del supermercado que se dispone a cruzar la carretera, con miedo, inseguridad. Me pregunto cómo habrá llegado hasta aquí, si habrá sufrido más de la cuenta, si habrá disfrutado lo suficiente. El joven extranjero que espera sentado a mi lado, las motivaciones que le habrán traído a esta ciudad, sus problemas, quebraderos de cabeza. El niño que se toma el sándwich de mortadela ignorando que al llegar a casa le espera una sorpresa. La viva imagen de la felicidad. Lo que todos los afortunados han sentido alguna vez en su corta travesía.
Cada persona está compuesta por cuerpo y alma, en el siglo XXI deberíamos añadirle cierto detalle; la burbuja. Sí. El ser humano se compone de cuerpo, alma y burbuja. Deberían cambiar los libros de texto ya. Es más, voy a llamar a las editoriales para que no se olviden de ningún detalle fundamental. La burbuja en la que vivimos. Ciegos.
La sociedad está cambiando, me atrevería a decir que demasiado, y no para bien, desafortunadamente.
Sinceramente, la esperanza es mi aliada en la vida y en esta ocasión, de nuevo, me aferro a ella al pensar que siempre nos quedan esas estrellas del camino. Valientes. Inconformistas. Hambrientos de mejoras.
De manera pausada y como si de una gripe se tratara, contagiando solidaridad y empatía, el ser humano conseguirá, finalmente, abrir los ojos. ¿O tal vez no?
Ohiane.
2 comentarios:
¿Y eso lo dice una persona que hace el papel de rubia= tonta? La pregunta es, ¿se toma el tiempo suficiente para ver lo que está haciendo con su vida?
Tú mismo lo has dicho, que hace el papel de rubia tonta. Sí tu te lo crees, significa que es una estupenda actriz.
Ohiane.
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