domingo, 12 de junio de 2011

La estrella Oñeus

                                                    La estrella Oñeus
Con lo importante que son los sueños para mí, no entiendo como hay personas que no creen en ellos. Es cierto que muchas veces puedes perder la esperanza, la fe… pero tus sueños siempre estarán ahí, nadie te  los puede quitar. Nos acordamos de una mínima parte de lo que soñamos todos los días, pero para mí es suficiente, porque hay un sueño del que siempre me acuerdo y que se repite muchas veces, cada vez más. No sé si debería estar asustada porque igual refleja alguna obsesión mía o algún miedo, pero siento que ese sueño es algo importante en mi vida. Lo que recuerdo son millones de estrellas hablando entre ellas y una gran luna como si fuera la madre. Están en una noche de verano sobre una playa que se ve a miles de kilómetros de distancia. Entre las estrellas tienen distintos diálogos, de los cuales no me acuerdo mucho: unas se ríen, otras discuten o se enfadan… Pero eso solo son sonidos de fondo para mí, ya que yo me convierto en una estrella muy pequeña un poco alejada de las demás… que piensa en brillar algún día como el Sol…
En estos pensamientos me encontraba yo cuando entró mi hermana mayor como un elefante en una cacharrería, buscando una camiseta que supuestamente yo le había quitado…ya la tendrá mi madre para planchar…
-        ¿Qué haces?
-        ¡Qué pasa! ¿no lo ves?... – contesta mi hermana con bordaría - Estoy buscando la camiseta azul… ¿dónde la tienes?
-        Yo no la tengo pregúntale a mamá y déjame que me tengo que preparar para ir a clase….
Cuando se marcha, me doy cuenta de que como no me levante voy a llegar tarde… Media hora después salgo de casa, me pongo los cascos y empiezo a escuchar música, mientras voy a clase. En el camino empiezo a recordar lo que me pasó hace unos meses…
Iba por la calle como todos los días y de repente vi que un papel caía justo delante de mí. Me llamó la atención que fuera amarillo fosforito asique no sé por qué lo cogí, lo abrí y vi que dentro ponía:
“Me gustaría proteger tu sueño”
Me quedé parada, no sabía qué significaba eso, ni a quien iba dirigido, pero lo había encontrado yo y mi intuición me decía que no era ninguna casualidad…
-        ¡Vamos Irati!.... que al final vamos a volver a llegar tarde… - era mi mejor amiga Alejandra o como todos la llamamos Alex.
Me guardé el papel, ya se lo contaría más tarde. Seguí andando con ella mientras hablábamos del fin de semana. La verdad es que Alex me conoce demasiado bien y sabía que le quería contar algo. Se paró en mitad de la calle y me dijo con picardía:
-        Venga… cuéntamelo
Entre risas le conté lo que me había pasado y esperé su consejo. No le dio importancia y me dijo que debería escribir una novela con tantas fantasías que tengo. Seguimos andando y olvidamos el tema.
Cuando llegamos a clase la profesora nos dijo que nos íbamos a ir dos días de convivencias. Y los días siguientes como estuve preparando lo que tenía que llevar, el papelito se me olvidó por completo.
Llegó el gran día y nos montamos en el autobús sabiendo que iban a ser dos días inolvidables. El albergue estaba muy limpio y las habitaciones eran enormes, por lo que dormimos toda la clase junta. Fue un día muy ajetreado, hicimos juegos para conocernos más entre nosotros, una excursión al bosque que había al lado de la casa, y a la noche nos hicieron una pequeña velada. Nos fuimos a dormir después de una pequeña reflexión recogiendo todo el día, y cuando me fui a la cama me quedé dormida enseguida de lo cansada que estaba.
Esa noche mi sueño volvió, pero la estrella en la que yo me convertía estaba triste y llorando. Una angustia muy fuerte se apoderó de mí y de todo mi sueño, pero esto fue algo fugaz, ya que noté una mano que me devolvía a la realidad. Abrí los ojos sobresaltada y vi a Iván un compañero de clase con el que no hablaba mucho. Yo estaba segura de que era él el que me daba la mano, pero contra mi voluntad me volví a dormir y con esta incertidumbre me desperté al día siguiente.
Estuve toda la mañana como ausente, pensando en lo que había ocurrido. Miraba a Iván y se comportaba muy natural. Se lo quería contar a alguien, pero Alex me volvería a decir que tengo demasiada imaginación… aunque yo estaba muy segura de lo que había visto y soñado.
Pasaron unos días y le dejé de dar importancia al asunto, pero no lograba olvidarlo. De repente, una tarde cuando iba por la calle me encontré con Iván, nos saludamos y cada uno siguió su camino. Pero… ¡no podía ser!, en el suelo había otra nota del mismo color amarillo fosforito. La cogí, la abrí y pude leer:
“No pierdas tu estrella, protégela”
Yo ya no sabía que pensar, pero de lo único de lo que estaba realmente segura era de que no era una coincidencia. Esa tarde llegué a casa sumida en mis pensamientos y me fui a la cama muy pronto, intuía que iba a ser una noche especial.
Me quedé dormida. Empecé a ver cómo mi estrella estaba hablando con la Luna y le pedía ir al mundo del Sol. Al principio la Luna se resistía y le advirtió de todos los peligros, pero viendo la desilusión de Oñeus (que así se llamaba la estrella), le concedió su deseo. La Luna le explicó que para ir al mundo del Sol primero tendría que ir a la Tierra de los humanos y encontrar un rayo de Sol para transportarse al otro mundo.
La estrella emocionada se acercó a la Luna y se lo agradeció de corazón. Oñeus se puso en marcha y bajó a la playa que se veía desde donde ella vivía. Pero algo pasaba, mi sueño empezó a cambiar, la estrella escuchaba ruidos que no sabía de dónde venían y de repente, Oñeus desapareció, era como si la hubieran raptado.
Me desperté sobresaltada y llena de angustia, ¿qué le había pasado a mi estrella? Estuve toda la noche pensando en ello y cada vez que me dormía unas pesadillas horrorosas inundaban mis sueños… A la mañana siguiente me levanté con un estado de ánimo por los suelos y tomé una decisión: era hora de hablar con Iván.
Cuando llegué a clase, él no había llegado todavía pero el profesor acababa de entrar. Ya hablaría con él en el recreo. Cuando sonó el timbre, Iván fue más rápido que yo, se acercó y me dijo que teníamos que hablar. Quedamos a las cinco en el parque de en frente de mi casa.
Estuve toda la mañana pensando en lo que me iba a decir. Además sentía una angustia dentro de mí, que nunca había sentido. Estaba triste, desganada, en otro mundo… No sé por qué, pero estaba muy asustada con lo que iba a descubrir.
Cuando llegaron las cinco yo llevaba en el parque quince minutos, estaba impaciente, ¿porqué no había llegado todavía? Vi una silueta al fondo de la calle, era él. Tenía el pelo marrón, era alto y nunca me había fijado, pero era muy atractivo. Me saludó con la mano y se acercó. Antes de que yo pudiera decir nada, me dijo:
-        Lo que te voy a contar no puede salir de aquí y sé que te va a resultar difícil creerme, pero no tengo necesidad de mentirte ¿vale?
Yo asentí con la cabeza y nos sentamos en un banco un poco apartado. Nos quedamos un rato en silencio, pero yo no podía más y le pregunté tímidamente:
-        ¿Tú eres el que me escribe esas notas?
-        Si. Bueno… ¿quieres que te cuente qué pasa?
-        Claro – respondí rápidamente.
Él se quedó mirando a un columpio y me empezó a contar lo que yo tanto había estado esperando.
-        Tú me conoces como Iván, pero tengo como una doble vida. Soy un salvador de sueños. ¿Has oído hablar alguna vez de esto?
-        No – respondí alucinada
-        Los salvadores de sueños o Rolav somos los que protegemos los sueños y vigilamos que todo esté en orden. Nuestra función consiste en vigilar a los Natiuq, que son seres diminutos de colores oscuros que intentan robar distintos elementos de los sueños. Como Oñeus, tu estrella.
Viendo mi cara de asombro se empezó a reír y fue lo que rompió el hielo. Entonces me animé a preguntarle:
-        ¿Pero si esos seres existen por qué quieren robar elementos de los sueños?
-        Pues muy fácil. Los sueños son tus ilusiones, tus esperanzas… robando algo de ellos consiguen robar una parte de cada uno. Por eso, esas personas empiezan a tener pensamientos horribles, como las pesadillas y se sienten angustiados, tristes… que si no me equivoco es lo que te pasa a ti desde que robaron tu estrella ¿no?
-        Sí, ¿pero qué consiguen con ello?
-        Consiguen manipular a las personas a través de los sueños, quedarse con la felicidad de los demás. Consiguen un poder incalculable, un poder que nadie posee.
-        ¿Y cuál es tu función como salvador?
-        Cuando sabemos el sueño que está amenazado, contactamos poco a poco con la persona, le contamos todo esto, y le damos la opción de protegerle el sueño. Sin embargo, cada vez actúan más rápido y…
-        ¿Y qué pasa?
-        Que una vez que han robado un elemento de un sueño nosotros no tenemos poder para hacer nada… solo hay una solución pero nunca nadie ha sido capaz de…
-        ¿De qué? ¿Me estás diciendo que como han robado mi estrella no voy a poder volver a ser feliz?...
-        No lo sé – me respondió con ojos tristes.
Después de unos minutos pensando le dije decididamente:
-        Quiero saber cuál es la solución
-        Es dar con el verdadero sentido de tu sueño. Es decir, cada sueño es una metáfora de un deseo, una ilusión, de tu vida… Nunca nadie lo ha conseguido. Además, ese es el único modo de acabar con ellos, pero tenemos poco tiempo, cada vez se hacen más fuertes. Y al controlar las pesadillas, hacen que esas personas no puedan conocer nunca el sentido de sus sueños…
Nos quedamos mirando los dos a la nada. Yo no estaba dispuesta a tener una vida amargada, y triste. Tenía que conseguirlo como fuera y él me iba a ayudar. Le miré a los ojos y le dije:
-        Yo no me voy a rendir. Recuperaré a Oñeus y descifraré mi sueño. Y tú me tienes que ayudar.
-        Yo no puedo darte pistas, porque si no la solución no será válida, tienes que hacerlo tu sola. Lo único que puedo hacer por ti, es protegerte todas las noches para que no caigas en la angustia y la tristeza, pero no te aseguro nada…
-        Está bien y eso como lo haces ¿tienes telepatía o algo?
-        No – me contestó entre risas- tengo que darte la mano mientras duermes…
-        Mm…bueno… es un poco violento, pero todo sea por recuperar mi estrella…
Esa tarde me fui a casa muy nerviosa, Iván iba a tener que entrar por la ventana, ya que no le podía contar nada a mi madre. Además, todavía tenía miles de dudas en mi cabeza, pero ya tendría tiempo de resolverlas. Me tenía que concentrar en mi estrella. No tenía ni idea de descifrar mi sueño ¿qué significaba?. Quizás era una reivindicación de libertad… o la ilusión de ir al espacio, como salía el cielo, las estrellas… Pero, por Dios Irati concéntrate… Me parece que esto va a ser muy difícil…
Estaba tumbada en la cama y escuché un sonido en la ventana, era Iván, le abrí la ventana y entró. Era un poco incómodo que un chico que no conocía de nada me tuviera que coger la mano para dormir, pero todo fuera por volver a ser feliz. Tuvimos una conversación sin sentido y cuando empecé a sentirme cansada, él se dio cuenta:
-        Venga acuéstate, yo te daré la mano. Espero que no te sientas incómoda.
-        Hombre, no es una situación fácil, pero ya me protegiste el día del albergue. Sé que eras tú el que me cogió de la mano
-        Si fui yo, esperaba protegerte, pero veo que he llegado demasiado tarde. Lo siento.
-        Tú no tienes la culpa de nada. Además, lo vamos a conseguir, acabaremos con los Natiuq.
Me tumbé en la cama, él se sentó en la silla y me agarró la mano. Poco a poco me fui durmiendo. Empecé a ver monstruos horribles, con dientes afilados, garras enormes… y de repente, alguien acabó con ellos, era Iván. Esa noche soñé con playas, prados, el colegio… también vi un segundo a Oñeus en una ciudad donde caminaba perdida y sola…
A la mañana siguiente me desperté con Iván al lado. Nos miramos y se empezó a reír.
-        ¿De qué te ríes?
-        Es que de vez en cuando me pegabas alguna patada y me acabo de acordar.
Me ruboricé, nos echamos a reír y nos dimos cuenta de que o nos dábamos prisa o no llegábamos a clase. Cuando llegué a clase, él ya estaba allí. Me senté a su lado.
-        Pero tú no has dormido, ¿no estás cansado? –le pregunté preocupada.
-        Es que los Rolav, no necesitamos dormir, metiéndonos en otros sueños, nosotros también descansamos.
-        ¿Y tus padres no te han preguntado dónde has pasado la noche?
-        Ellos también son como yo. No hace falta que me hagan preguntas. Además, esto es una tradición familiar, no es algo extraño en mi familia.
Me quedé asombrada, este chico me sorprendía cada vez más… pero ya era hora de dejar de pensar en otras cosas y concentrarme en mi misión. La verdad, es que me sentía más feliz que ayer pero tampoco mucho, luego le preguntaría por qué… seguramente la angustia no se me quitaría hasta que no recuperara mi estrella.
Así pasaron los días, yo cada día estaba un poco más triste y desganada. Me dijo Iván que era normal que por mucho que él protegiera mis sueños, mi estrella no estaba y era inevitable esa angustia… Yo no daba con el significado de mi sueño y sentía que se me acababa el tiempo. Estaba bloqueada, pero ¿qué más podía hacer?.
Esa noche estaba desanimada e Iván lo notó. Cada día nos conocíamos un poco más, tenía que admitir que nos lo pasábamos muy bien juntos. Como todos los días me acosté y me cogió de la mano, me dio un apretón y me dijo que confiaba en mí. Eso me alegró un poco la noche, pero esa angustia cada día era más grande. Quedaba poco tiempo.
Esa noche tuve las pesadillas de siempre, cada día duraban más, pero él siempre acababa con los monstruos para dejar paso a unos sueños agradables.
Tuve un sueño en el que yo estaba en un palacio, buscaba la salida. Pero como no la encontraba me metí en una sala y vi un espejo muy antiguo, lo limpié con la manga de mi camiseta, y me miré en el espejo. Vi el reflejo de mi pelo castaño, largo y ondulado, mis ojos negros, una personalidad fuerte y decidida… Ese era mi reflejo, esa era yo, una chica normal que hasta hace poco era feliz. Entonces lo entendí todo, me había obsesionado con buscar en lo superficial, en lo que veía, pero no en lo que sentía y podía adivinar dentro de mí.
Me levanté sobresaltada, Iván seguía a mi lado y me miraba con una sonrisa. Sabía que podía descifrar mi sueño, siempre había confiado en mí. Le miré e impaciente le conté todo lo que había soñado. Empecé a hacer un puzzle en el que todas las piezas significaban algo y lo conseguí. Descifré mi sueño. Lo reflexioné un minuto más y se lo quise contar a Iván. Sin embargo, él me dijo que antes tenía que escribirlo en un papel amarillo fosforito como símbolo de la luz y leerlo en alto. En ese momento los Natiuq desaparecerían para siempre y todos los elementos robados volverían a sus sueños, y con ellos las ilusiones, las esperanzas…los sueños.
Iván me dio un papel con ese color, lo escribí y cuando estaba preparada para leerlo, me cogió la mano.
-        Venga que no te queda nada para conseguirlo –me dijo con una sonrisa.
Inspiré hondo y leí en alto:
-        Mi sueño no es otra cosa que mi vida. Oñeus, soy yo, una estrella que pasa desapercibida, pero que es feliz. Las estrellas que la rodean son todas las actitudes que la gente puede adoptar, desde reírse, enfadarse hasta discutir. La Luna, es como una madre que siempre te protege, o como todas las esperanzas e ilusiones que siempre serán mías y nadie me puede arrebatar, siempre irán conmigo allá donde vaya. El cielo donde está mi estrella es mi mundo actual, mi hogar, mi familia, mi colegio… Por eso Oñeus quiere “brillar”, quiere alcanzar sus metas, sus sueños, quiere encontrar su camino, su vida. La Tierra a la que viaja no es nada más que mi propio futuro lleno de expectativas, peligros, desengaños, incertidumbre... Pero siempre me quedará el rayo de sol, porque aunque sea difícil encontrarlo por los obstáculos de la vida, en el momento menos esperado aparecerá y daré rumbo a mi vida… a mi Sol.
De repente un rallo de luz amarillo fosforito inundó mi habitación y me caí en la cama. Como por arte de magia Oñeus estaba delante de mí, sonriéndome. Me quedé dormida y soñé con mi estrella que estaba en el cielo mirando la playa que se veía desde allí arriba con la Luna de fondo siempre protegiéndola.
Pasaron unos días hasta que me recuperé de todo, mis padres y mi hermana habían estado muy preocupados por el comportamiento tan extraño que había tenido, pero ya todo estaba aclarado. También hablé con Alex y le conté lo sucedido. No sé por qué pero esta vez me creyó y me pidió perdón por no hacerme caso, pero la verdad es que yo hubiera hecho lo mismo.
Iván vino a verme todos los días y me contó que los Natiuq habían sido absorbidos por la luz amarilla y que los salvadores de sueños, podrían ser personas normales, ya que su función había terminado. Él me contaba todo lo que pasaba en clase y yo los sueños que tenía. Me gustaba mucho estar con él, no sabía que él sintiera lo mismo hasta el día que me pidió salir con él. Cuando me recuperé fuimos al parque donde nos conocimos y me regaló un colgante con una estrella, no con una estrella cualquiera sino con Oñeus. Me hizo mucha ilusión y me di cuenta de que mi estrella no solo era yo misma, sino que su nombre expresaba todo por lo que merece la pena vivir. Un Sueño

Estibaliz Losada

martes, 7 de junio de 2011

"Mujeres al natural"

Del 6 al 18 de junio, el centro comercial Zubiarte de Bilbao, presenta “Mujeres al natural”. Una exposición de la periodista Nieves Herrero y del fotógrafo Luis Malibrán en la que están representadas 34 mujeres españolas de la actualidad y que recorrerá la geografía española durante 4 años más. Además, este proyecto colabora con la fundación Sandra Ibarra.
Las protagonistas de las imágenes expuestas tienen en común una buena causa por la que impulsar a la sociedad a luchar, el cáncer de mama.  Políticas como María Dolores de Cospedal, Leire Pajín, periodistas como Susanna Griso, Concha García Campoy, y diversas caras populares de la actualidad colaboran con la causa no solamente ofreciendo su propia imagen, si no dando a conocer una cita narrativa que para ellas es fundamental en su día a día y les ha ayudado a seguir adelante. Como la elegida por Monserrat Caballé, “Mi padre decía que el tiempo era más valioso que el oro y tenía razón. El oro no es nada comparado con el valor del tiempo. Hemos de saber aprovechar cada minuto de nuestra vida”.







                                                                                                                               Ohiane López.

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